Los dispositivos, recursos y herramientas digitales ofrecen al personal docente grandes oportunidades no solo para mejorar el proceso de aprendizaje de los estudiantes al hacerlo más accesible sino que también pueden aumentar su eficacia enriqueciéndolo. A menudo, las instituciones ofrecen a sus estudiantes y docentes herramientas y recursos digitales, incluyendo sistemas de gestión de aprendizaje (LMS) y servicios de apoyo al aprendizaje en línea, dando por hecho que el sistema será un éxito con tan solo proporcionar dichos recursos. Sin embargo, la experiencia demuestra que es posible que los docentes universitarios no consigan poner en práctica correctamente estas herramientas y recursos si no se les da la oportunidad de experimentar y familiarizarse de verdad con las posibilidades que ofrecen en entornos no críticos.

Uno de los aspectos más interesantes y complejos del aprendizaje en línea y semipresencial es que el papel del educador que dirige el curso cambia de forma sustancial. A veces, se habla de esta transición como pasar de ser un «sabio en el escenario» a un «guía acompañante»; de este modo, el personal académico principal y de apoyo se encuentra desempeñando un papel con el que los estudiantes dependen mucho más de la interacción individual y de grupo en línea en lugar de las formas tradicionales de interactuar que se dan en las salas de conferencias o de reuniones. Para poder dar este paso se requieren ciertas competencias y habilidades. Por un lado, las que tienen que ver con la configuración de sistemas digitales que permitan interactuar tanto individualmente como en grupo y que, además, ofrezcan una capacidad de respuesta oportuna y permitan hacer un uso eficiente de los recursos y la seguridad. Por otro lado, también es necesario replantearse el papel que los académicos desempeñan y la forma en la que los estudiantes pueden aprovechar al máximo la interacción en línea.

El aprendizaje colaborativo anima y permite a los estudiantes trabajar y aprender juntos a la hora de estudiar y analizar un tema determinado, solucionar un problema, realizar una tarea o crear un proyecto. El aprendizaje colaborativo, que tiene su base teórica en los conceptos de constructivismo social y en la teoría del aprendizaje social, se basa en la idea de que aprender es, por naturaleza, un acto social en el que los participantes colaboran en pos de lograr objetivos comunes. En el aprendizaje colaborativo se anima al alumno a participar de forma interactiva con sus compañeros mientras procesa y sintetiza el conocimiento. Durante este proceso y, mediante el diálogo, los estudiantes tienen la oportunidad de conocer distintos puntos de vista de sus compañeros y se les pide que articulen y defiendan sus ideas y que, además, creen su propio marco conceptual personal en lugar del que les pueda ofrecer el experto o el libro de texto de turno. En las prácticas de aula colaborativa el maestro combina el proceso de enseñanza y de escucha (unidireccional) con debates con los estudiantes e interacciones del grupo usando los materiales del curso.

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